La olla ferroviaria, también llamada "puchera", especialmente en Las Encartaciones vizcaínas, es una tradición de Robla que se ha extendido con el tiempo mucho mucho, y afortunadamente.
Cuenta la tradición de que algún maquinista del ferrocarril, harto de comidas frío en la marquesina en las larguísimas jornadas por el hullero, tuvo el acierto de envolver una olla con otra, acoplando el resultando a un robinete con vapor en la marquesina. Pudo así hacer un guiso que cocinado poco a poco con el traqueteo de la máquina, permitía comer caliente...
Claro que eran tiempos de trenes frenados a mano, con varios guardafrenos en sus garitas y el Jefe de Tren en el furgón. Es de suponer que el olorcillo que desde la locomotora se distribuía por el convoy resultara pronto una tortura. Así, el que más y el que menos decidiría hacer lo propio con sus medios en un corto plazo.
Era este un tren hullero y un poco de carbón nunca habría de faltar. A falta de acceso a vapor, la puchera de locomotora adoptó en los guardafrenos y furgones su propio hogar bajo la olla y así, también poco a poco, y a fuego lento el que más y el que menos se calentaba la diaria pitanza...
Así me lo contaron y así lo cuento.
Aunque esta singularísima tradición ferroviario gastronómica estuvo a punto de perecer en el olvido de los avances tecnológicos, la querencia de todos por los inventos inteligentes ha permitido su resurgimiento, ya al pie de la vía, en forma de Jornadas y Festivales gatronómicos que hacen de la puchera u olla ferroviaria una verdadera tradición en gran parte de la ruta de Robla.
Aunque las actuales pucheras son en muchos casos mucho mayores que las originales y además sobrecargadas de adornos y florituras, que no tienen nada que ver con las espartanas y funcionales primeras ollas, la tradición se mantiene y buena cosa es...
Gracias por la receta por cierto. Habrá que probarla, condimentada además al calor del auténtico vapor de una auténtica locomotora.
Saludos:
Javier.-