publicado por primera vez el 30 de marzo de 2.002
No soy ni mucho menos un forofo del AVE, pero bueno, el pasado fin de
semana tuve la oportunidad de hacer el viaje en cabina ida y vuelta en una lanzadera a Puertollano.
Capacidad máxima: 5 personas, dice, pero dos ya vamos justas.
La cabina es muy pequeña, y el asiento del ayudante (seguro que nunca se pensó que fuera) ni siquiera va fijo al suelo y puede haber sido utilizado en cualquier bar de copas...
Salimos de Atocha a las 10:35 con 259 pasajeros a bordo (el maquinista
debe completar la ocupación en su boletín) y con un sol que daba gloria y
que facilitó que hiciera fotografías en marcha tanto en cabina como a la
propia vía.
Dos de ellas, a 300 km/h por propia petición de mi amigo el maquinista,que no tenía ninguna en su album.
Me empapé de explicaciones técnicas y bueno, me sorprendieron pequeños detalles como el ir pasando señales en anuncio de parada continuamente, sin prestar atención, pues se conduce asistido por el LZB.
Los diferentes cambios de tensión en la línea se anuncian por ejemplo con
un sonoro pitido que hacen actuar al maquinista (jefe del tren, perdon) con antelación.
Viajamos con velocidad prefijada, de manera que en el velocímetro se
indica la velocidad máxima mediente una aguja adicional y el conductor
regula la marcha.
Llegando a Puertollano bajamos a 160 km/h, y os lo prometo, la sensación es como de ir andando, máxime cuando has estado circulando con anterioridad a 300.
-Antes que nada perdón si incurro en errores al explicar cualquier detalle-
No me imaginaba que esa sensación de lentitud pudiera ser tan patente.
Probad a sacar la mano por la "escotilla" lateral (se abre con dificultad a esa velocidad) y mantenerla fuera.
En Puertollano, unas tapas en el mesón de Manolo, a pocos metros de la
estación...es para no perdérselo.
De vuelta a Madrid, más fotos de cruces con Talgo y AVE, y una a un tren
(por llamarlo de alguna manera) que hice a la ida, compuesto por una 333 y ¡ DOS ! vagones de viajeros.
La vía discurre paralela al trazado de AVE. No se que tren sería, pero daba pena.
Me llamó mucho la atención los continuos y pronunciados remontes que se van dando, concretamente hay una bajada muy pronunciada llejando ya casi a la zona del Tajo en Toledo donde no es necesario mover el regulador y se viaja "a vela" como no le gusta decir a éste amiguete.
Las dos cañas hacen efecto y es necesario meterse en el pasillo de la
tractora y retroceder a la clase club (por cierto, ni un alma) y visitar el w.c.
Hubiera aguantado, pero no quería perderme la sensación de escuchar la
maquinaria "rugir" en marcha.
13:40, llegamos a Atocha a marcha muy limitada, desde casi Cerro Negro (el compañero se queja del mal acceso que hay para llegar a Atocha) y no puedo resistir la tentación de abrir la "escotilla" una vez parado ver como los viajeros abandonan el tren y el anden.
Me siento importante, y veo como los niños pequeños se me quedan
mirando y quizás piensen que yo he sido quien les he traido todo el camino.
Nada más lejos de la realidad..."el mono" de subir a cabina me lo quito de
vez en cuando gracias a amigos que si pudieron llegar a ser algo que de
momento está vedado al resto de los que hemos querido ser maquinistas.
Comprobación en el ordenador de a bordo de las posibles anomalías en la
composición y tractoras, y ¡hala! el boletín en la bandeja y para casa.
4 horas que se me pasaron como media.
El próximo viaje en el Talgo a Córdoba en la 252...Ahí si que voy a estar en mi salsa.
Eso es otra historia.Espero no haberos aburrido.
Saludos.
Raúl.